Las sorprendentes estrategias que utilizan estos animales para sobrevivir al invierno

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Estos animales utilizan métodos innovadores para combatir el frío

Cuando el invierno llega con su aire gélido y sus días oscuros, la mayoría de nosotros simplemente nos arropamos con un buen suéter o buscamos refugio en la calefacción. Sin embargo, para los animales salvajes, la estación más fría del año representa un verdadero desafío de supervivencia. Mientras los seres humanos podemos contar con recursos como alimentos almacenados, ropa abrigada y calefacción, los animales deben valerse de habilidades asombrosas y adaptaciones biológicas para atravesar los meses más fríos del año.

Algunos recurren a la migración, como las aves que vuelan miles de kilómetros hacia el sur en busca de climas más cálidos. Otros, como las tortugas y algunas especies de arañas, emplean una estrategia de hibernación o letargo, adaptando su metabolismo y sus hábitos a las bajas temperaturas. Incluso las abejas logran mantener su colmena caliente durante el invierno, creando un microclima a su alrededor para sobrevivir.

Mientras tanto, las ardillas construyen intrincados sistemas de madrigueras y túneles subterráneos, donde pasan el invierno en un estado de semi-letargo, despertando solo de vez en cuando para alimentarse. Cada uno de estos animales ha desarrollado métodos sorprendentes y complejos para resistir las inclemencias de la estación, adaptándose de maneras que desafían nuestra comprensión.

Las arañas son criaturas que, a pesar de su pequeño tamaño, han desarrollado técnicas asombrosas para enfrentar los rigurosos meses de invierno

Las arañas son criaturas que, a pesar de su pequeño tamaño, han desarrollado técnicas asombrosas para enfrentar los rigurosos meses de invierno. A diferencia de los mamíferos, que se arropan o migran para escapar del frío, las arañas, como muchos insectos, deben adaptarse a las bajas temperaturas de una manera mucho más ingeniosa. Si bien algunas pueden parecer inactivas durante el invierno, muchas especies, especialmente las que viven cerca del suelo, permanecen sorprendentemente activas, gracias a una serie de estrategias biológicas y comportamentales que les permiten sobrevivir a las heladas.

Una de las claves de su supervivencia en invierno es su habilidad para encontrar refugios que les proporcionen un microclima más cálido. Las arañas lobo, por ejemplo, se entierran bajo la hojarasca o se ocultan en troncos caídos, donde el ambiente subnieve, que está ligeramente por encima de la congelación, les ofrece un respiro del frío extremo. Gracias a esta ubicación, pueden ralentizar su metabolismo, lo que les permite sobrevivir durante los días más gélidos sin necesidad de alimentarse. Pero eso no es todo: muchas especies de arañas también han desarrollado la habilidad de producir anticongelantes naturales. Estos compuestos evitan que los cristales de hielo se formen dentro de sus cuerpos, un proceso crucial para impedir que se congelen durante las noches frías.

Según el ecólogo George Uetz, experto en arañas de la Universidad de Cincinnati, este entorno subniveano es esencial para muchas arañas e insectos que logran mantenerse activos en estas condiciones. Aunque las arañas son ectotérmicas, es decir, no generan calor corporal por sí mismas, su metabolismo disminuye en función de la temperatura externa. Sin embargo, en días más cálidos, algunas arañas, como las tejedoras, se mantienen activas y continúan sus labores, mientras que otras especies se preparan para el futuro con un toque más ingenioso: los sacos de huevos. Estas arañas producen múltiples capas de seda para crear un aislamiento efectivo que proteja sus huevos del frío, asegurando que las crías nazcan en primavera, como en el caso de la araña de jardín negra y amarilla.

El invierno representa un desafío particular para las tortugas (Imagen ilustrativa Infobae)

El invierno representa un desafío particular para las tortugas, animales ectotérmicos que dependen de la temperatura ambiental para regular su metabolismo. Sin embargo, en lugar de sucumbir al frío o migrar a climas más cálidos, las tortugas han desarrollado una serie de estrategias adaptativas que les permiten sobrevivir a las bajas temperaturas de la estación. Dos de las estrategias más sorprendentes son la brumación (un tipo de letargo) y su capacidad para respirar bajo el agua, lo que les permite enfrentar el invierno de manera excepcional.

Según Jackie Litzgus, bióloga de la Universidad Laurentian en Ontario, al llegar el frío, algunas especies de tortugas, como la tortuga de caja del este, excavan en el suelo y se refugian en sus caparazones, entrando en un estado de inactividad conocido como brumación. Durante este período, su metabolismo disminuye drásticamente, lo que les permite vivir de las reservas de grasa acumuladas durante el resto del año. A diferencia de la hibernación de los mamíferos, que se caracteriza por una profunda inactividad, la brumación de las tortugas no implica un sueño profundo. Aunque se encuentran inactivas, las tortugas pueden despertarse esporádicamente, especialmente si las condiciones de temperatura lo permiten.

Por otro lado, las tortugas acuáticas, como la tortuga pintada, toman una estrategia diferente. En lugar de refugiarse en tierra, estas tortugas pasan el invierno sumergidas en el fondo de los cuerpos de agua, donde la temperatura es más estable y más cálida que en la superficie. Aunque el agua superficial pueda congelarse, el fondo del lago o río se mantiene en una temperatura que las tortugas pueden soportar. Durante este tiempo, las tortugas han desarrollado una increíble adaptación: en lugar de respirar aire, como lo hacen normalmente, pueden absorber oxígeno directamente del agua a través de vasos sanguíneos especializados en su piel, la boca y la cloaca, una cavidad que también sirve para eliminar desechos.

A medida que las temperaturas bajan, las abejas europeas se agrupan dentro de sus colmenas (Foto: Gobierno de México)

A diferencia de muchos insectos que simplemente desaparecen cuando el frío llega, las abejas han desarrollado una fascinante estrategia para enfrentar el invierno. Estas pequeñas criaturas, tan esenciales para la polinización y el equilibrio ecológico, no solo se adaptan al clima frío, sino que lo convierten en una oportunidad para demostrar su increíble organización y eficiencia. A través de la creación de un microclima cálido dentro de sus colmenas, las abejas pueden mantener su actividad y asegurar la supervivencia de la colonia durante los meses más fríos del año.

A medida que las temperaturas bajan, las abejas europeas se agrupan dentro de sus colmenas, donde realizan una serie de comportamientos cooperativos para mantenerse calientes. Su estrategia comienza con la creación de una “manta” de abejas, que se organiza alrededor de la reina en el centro de la colmena, donde la temperatura debe mantenerse constante y cálida. Las abejas obreras, que forman una capa más externa, no están expuestas directamente al frío exterior gracias a la presión que ejercen las demás abejas de la colonia para compactarse. Incluso las abejas que se encuentran más alejadas del centro de la colmena, a pesar de estar en la parte más fría, logran sobrevivir porque se mantienen a temperaturas superiores a los 10°C, lo que es suficiente para que no lleguen a congelarse.

La clave para generar calor está en el movimiento muscular de las abejas: en lugar de volar, como lo harían en climas cálidos, las abejas se contraen y relajan los músculos que normalmente usarían para mover las alas. Este movimiento isométrico genera calor sin necesidad de desplazarse. Según el biólogo Thomas Seeley, de la Universidad de Cornell, el gasto energético de las abejas durante el invierno está completamente dedicado a la producción de calor, lo que les permite mantener la temperatura adecuada para la colonia.

Las ardillas listadas emplean una estrategia fascinante para sobrevivir al invierno (Freepik)

Las ardillas listadas emplean una estrategia fascinante para sobrevivir al invierno, una época en la que los recursos alimenticios escasean y las bajas temperaturas pueden ser letales. A diferencia de sus parientes de cola tupida, que se mantienen activos durante todo el año, las ardillas listadas adoptan un enfoque más discreto: construyen complejos sistemas de madrigueras subterráneas, donde pasan gran parte del invierno en un estado de semi-letargo. Esta adaptación les permite hacer frente a las duras condiciones sin tener que hibernar completamente.

Durante los meses fríos, las ardillas listadas no entran en una hibernación profunda, como lo hacen otras especies como las marmotas. En su lugar, pasan días enteros en un estado de letargo. Durante este tiempo, su metabolismo se reduce considerablemente: su frecuencia cardíaca puede descender de 350 pulsaciones por minuto a tan solo unos pocos latidos por minuto, y su temperatura corporal baja de los 34°C hasta acercarse a la temperatura ambiente de la madriguera, que puede ser tan baja como 4°C. Sin embargo, a diferencia de los animales que hibernan completamente, las ardillas listadas se despiertan esporádicamente, a menudo cada pocos días, para alimentarse de las reservas de nueces, semillas y otros alimentos que han almacenado cuidadosamente en sus cámaras subterráneas.

Estas cámaras, conectadas por una red de túneles, están diseñadas para mantener a las ardillas protegidas del frío y los depredadores. Mientras duermen, se resguardan en estos espacios, donde pueden comer, dormir y realizar sus necesidades sin salir al exterior. Esta estrategia les permite reducir su exposición a las bajas temperaturas y aprovechar las reservas de grasa que han acumulado durante los meses más cálidos.

Las aves y una estrategia simple para escapar de los climas más fríos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cada año, cuando los días se acortan y las temperaturas comienzan a descender, una impresionante cantidad de aves migratorias emprende su viaje hacia climas más cálidos. Este fenómeno, que ocurre desde tiempos inmemoriales, es un claro ejemplo de la adaptación de las aves a las condiciones cambiantes del clima. Más del 70% de las aves de traspatio en Estados Unidos y Canadá son migratorias, y su habilidad para atravesar grandes distancias con precisión es una de las maravillas naturales más asombrosas.

Según Jill Deppe, directora de la Iniciativa de Aves Migratorias de la Sociedad Nacional Audubon, entre las aves migratorias más conocidas se encuentran las golondrinas, los gansos y los colibríes, quienes viajan hacia el sur, buscando refugio en regiones más cálidas, como América Central y el Caribe. Uno de los ejemplos más impresionantes de migración es el del colibrí garganta rubí, un ave diminuta que, a pesar de su pequeño tamaño, realiza un viaje de hasta 800 kilómetros en un solo día, cruzando el Golfo de México sin detenerse. Su capacidad para volar distancias tan largas es aún más sorprendente si consideramos que el peso de un colibrí es tan ligero como el de un centavo.

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