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San Lorenzo de Almagro, atrapado en una encrucijada deportiva y dirigencial, sufrió anoche una nueva derrota en el estadio Nuevo Gasómetro. El equipo cayó por 1 a 0 ante Tigre, en el marco de la vigesimoséptima fecha de la Liga Profesional.

Un gol de Martín Garay, a los 28 minutos del segundo tiempo, fue suficiente para sentenciar el encuentro y reflejar, en el terreno de juego, las tensiones que consumen al club de Boedo.

El partido transcurrió en un clima cargado de frustración y enojo. Horas antes, se había suspendido una asamblea que pretendía abordar la delicada situación institucional del club.

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Las tribunas se convirtieron en un hervidero de críticas hacia la dirigencia, mientras el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo exhibía una vez más su falta de ideas y profundidad ofensiva.

San Lorenzo intentó tomar la iniciativa durante los primeros minutos, pero sus ataques carecieron de claridad.

Tigre, por su parte, aprovechó la desesperación de su rival y jugó con serenidad, a la espera de su momento. Este llegó en el complemento, tras la expulsión de Gonzalo Luján, que dejó al equipo azulgrana con diez hombres. Poco después, Garay capitalizó una desatención defensiva y marcó el gol que selló la derrota.

En los minutos finales, mientras los jugadores buscaban en vano revertir el resultado, la hinchada redobló los insultos hacia la dirigencia. El pitazo final fue el punto culminante de una noche que condensó la crispación generalizada que atraviesa San Lorenzo.

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San Lorenzo y una crisis que amenaza con la intervención

La derrota ante Tigre no es más que un reflejo de la profunda crisis institucional que sacude al club. La renuncia de Pablo García Lago, exsecretario del club, puso en evidencia la falta de cohesión en la dirigencia y los problemas económicos que comprometen la sustentabilidad de la institución.

García Lago denunció «una bomba de tiempo» en las arcas del club, agravada por contratos cuestionables firmados durante su licencia médica.

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Más preocupante aún es el temor a una eventual intervención del club, lo que podría abrir la puerta a su privatización y transformación en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD).

Las fracturas internas y la falta de una visión clara para salir de esta situación plantean un futuro incierto para San Lorenzo, que lucha por mantenerse en pie en medio de un torbellino institucional y deportivo.

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