Venezuela. La situación después del 10 de enero de 2025

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Articulo publicado originalmente en el sitio web de la Liga Internacional Socialista.

La Liga Internacional Socialista (LIS) y Marea Socialista frente a la situación venezolana

Un régimen de facto

El 28 de julio de 2024 se consumó un fraude electoral al ser proclamado presidente electo Nicolás Maduro, sin presentar las actas electorales. Ahora, desde el 10 de enero de 2025, al “juramentarse” Maduro para un tercer período presidencial de 6 años, lo que ya era un gobierno marcadamente autoritario ha cristalizado como un régimen de facto, completamente al margen del marco constitucional venezolano, con la represión y la fuerza del aparato militar-policial y del entramado burocrático como su principal sostén.

El gobierno, que venía en creciente deriva autoritaria, dio una vuelta de tuerca al impedir unas verdaderas elecciones libres, vulnerar todas las reglas electorales y responder con una dura represión al pueblo que salió el 29 de julio en barrios y calles a reclamar el respeto de los votos. Hubo cerca de 2000 detenciones, incluidos adolescentes, bajo la acusación de “terrorismo” e “instigación al odio” por el sólo hecho de protestar.

Para el gobierno es práctica corriente criminalizar cualquier disenso y realizar detenciones, que luego administra según las presiones internas o externas. En diciembre 2024 y pocos días antes del 10/01/2025, el gobierno, para tratar de calmar el clima político y social, fue soltando a parte de los que habían sido detenidos en los meses previos a las fiestas navideñas, dejando a la mayoría de ellos bajo medidas cautelares restrictivas de sus derechos.

Al comenzar el presente año se produce un nuevo salto represivo y de ataque a los derechos democráticos, al instalarse de hecho algo muy similar a un estado de sitio y una suspensión no declarada de garantías, con una nueva oleada de detenciones que no sólo van contra la derecha radical, sino también contra los moderados y contra la oposición de izquierda, así como contra activistas de la clase trabajadora. Ya ha detenido dos veces al excandidato presidencial Enrique Márquez, apoyado por algunos agrupamientos políticos y sociales identificados con izquierda. Viene manteniendo un cerco domiciliario contra un dirigente político (Juan Barreto) que había sido alcalde en Caracas por el chavismo y luego rompió con Maduro. Persigue a la abogada chavista María Alejandra Díaz, a la que inhabilitó para ser candidata presidencial.

Esta escalada represiva incluye secuestros o desapariciones forzosas temporales, detención de familiares como rehenes, controles policiales callejeros que revisan los teléfonos personales y se llevan a quien pueda tener contenidos antigubernamentales. A ésto se suma el negocio en que se ha convertido la represión para muchos funcionarios que piden dinero para no implicar a cualquier detenido en los operativos callejeros o en puestos fronterizos. El simple hecho de compartir críticas o denuncias en redes sociales puede llevar a que una persona sea privada de libertad con acusaciones ridículas. Es claro el propósito de causar miedo generalizado a la población.

Pese a que el gobierno ocultó las actas electorales, se sabe en Venezuela que la gran mayoría de la gente votó en contra de Nicolás Maduro. Lo hizo así no necesariamente por simpatizar con las candidaturas de la derecha (el gobierno impidió candidaturas de izquierda), sino fundamentalmente por el hartazgo con la prolongada crisis, que es descargada sobre las costillas del pueblo trabajador.

La posición de Marea Socialista ante las elecciones y sus resultados

No es procedente el reconocimiento de ninguno de los “presidentes” autoproclamados (sea Maduro o Edmundo González), porque no ha sido posible para los electores venezolanos auditar y verificar los resultados, y porque de raíz el proceso electoral estuvo cruzado por todo tipo de violaciones e irregularidades, por lo que para ello habría que poder garantizar unas elecciones realmente democráticas. No se pueden convalidar elecciones en las que se han vulnerado todas las normas democráticas con la proscripción arbitraria de partidos, inhabilitación de candidaturas, represión y toda clase de ventajismo oficial.

En dichas elecciones Marea Socialista, vinculada con la Liga Internacional Socialista (LIS), sostuvo que la clase trabajadora no tenía candidatos que expresasen sus intereses de clase y su posición fue de votar nulo, Planteó seguirse preparando para poder reorganizar a la clase trabajadora y al pueblo de manera autónoma, frente a la burocracia y al capital, y recuperar la capacidad de lucha por sus derechos, para aspirar en algún momento a tener una alternativa frente al gobierno de Maduro y a los liderazgo de la derecha capitalista.

La política antiobrera y autoritaria de Maduro

La nefasta política anti obrera y autoritaria del gobierno madurista, además del desmonte de las conquistas de la Revolución Bolivariana, junto con la pavorosa corrupción, fueron abriendo camino a la derecha pro-gringa, por el rechazo de la gran mayoría del pueblo al falso “socialismo” del gobierno. 

Con Maduro se consolidó en el país una especie de capitalismo de Estado autoritario y muy corrupto, combinado con medidas neoliberales que en poco se distinguen de las que siempre ha promovido la derecha venezolana y que han aplicado los gobiernos más reaccionarios de América Latina. El de Maduro-militares-PSUV (y la llamada “boliburguesía” o “burguesía revolucionaria”) no es un gobierno de “izquierda” ni es “socialista”; con sus pecualiaridades, se parece más a los típicos gobiernos de la derecha capitalista, sólo que alineado fundamentalmente con los imperialismos emergentes chino y ruso, competidores geopolíticos y económicos del imperialismo estadounidense y Occidental. 

De manera que, aunque esté en disputa con el imperialismo estadounidense, tampoco se le puede considerar como un gobierno antiimperialista consecuente. Muestra de ello es el mantenimiento de negocios con la compañía Chevrón, bajo condiciones lesivas a la soberanía nacional, con licencias concedidas por los Estados Unidos (pese a las sanciones económicas). Por otra parte están las privatizaciones de empresas públicas, llegando a concederle a la misma Chevron la gestión ejecutiva de empresas mixtas como Petro Piar. 

Las sanciones imperialistas, como medidas para someter a Maduro políticamente, agravaron aún más la terrible situación a la que ya venía siendo sometida la clase trabajadora y el pueblo, y al mismo tiempo le han servido de excusa al gobierno para “justificar” su autoritarismo y para arreciar la represión. Estamos contra esas sanciones que a quien más perjudican es al pueblo venezolano y sirven de excusa a Maduro y a la burocracia gobernante.

El régimen burocrático y militarista de Maduro y del PSUV, aunque proceda de la etapa de Chávez, en realidad dio marcha atrás a todo lo que de progresivo hubo durante ese período y agudizó sus principales problemas, afianzando en el poder de manera despótica a una nueva casta y a una lumpen-burguesía depredadora, alimentada por la rapiña de los recursos nacionales, la corrupción y las economías ilícitas. 

Se trata de un gobierno que ha destruido el salario y los beneficios alcanzados por los trabajadores en la primera década del siglo 21, incluida la democracia sindical y las organizaciones laborales no controladas por el aparato del Estado o el partido de gobierno. De esta manera le ofrece mano de obra ultrabarata al empresariado nacional y al capital transnacional en condiciones de desregulación laboral casi absoluta. 

La derecha recoge el desprestigio de la falsa izquierda y la burguesía aprovecha sus medidas

Debido a tal comportamiento, que ha redundado en el desprestigio del discurso gubernamental pseudo izquierdista, la derecha tradicional volvió a recuperarse, siendo capaz de arrastrar a mayorías carentes de organización social, sindical y política propia. Ahora, Maduro gobierna con políticas económicas que complacen a los gremios empresariales al haber desregularizado y abaratado al extremo la mano de obra. 

Esta derecha, como la representada por María Corina Machado, Edmundo González y otros como Leopoldo López o Guaidó, se presenta como la “opción” para sacar a Maduro, pero no combate sus políticas antiobreras y sus medidas de corte “neoliberal”, pues Maduro le está haciendo a los capitalistas venezolanos y extranjeros el trabajo “sucio” de destruir las conquistas sociales y la resistencia sindical en nombre del “socialismo”.  La burguesía se aprovecha de las políticas de Maduro, pues ha aplicado o facilitado muchas de las que estaban en el programa de la derecha tradicional (dolarización , apertura a los capitales, bajos salarios, desregulación laboral, control social…), aunque ésta preferiría recuperar el manejo directo del país y la relación preferencial con los EEUU. Por otra parte, la derecha evita en realidad que se desate la rebelión del pueblo por fuera de su control (como lo hizo María Corina al estallar las protestas postelectorales del 29 de junio) y opta por hacer llamados a sectores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y a la intervención militar de los Estados Unidos. 

Contra el intervencionismo imperialista y los llamados de la derecha

Marea Socialista rechaza rotundamente estos llamados a cualquier intervención extranjera, así como los llamados golpistas al margen del protagonismo auténtico del pueblo. Se coloca en defensa de la nación y el pueblo venezolano frente al intervencionismo, lo que no significa la defensa del gobierno explotador y opresor. Insiste en que la clase trabajadora y los sectores populares deben confiar solo en sus propias fuerzas, para lo cual es necesario recuperar su organización y capacidad de lucha independiente de los patronos, las burocracias y sus partidos. La liberación del pueblo venezolano y la recuperación  real de sus derechos no va a venir de ninguna de las oligarquías que se disputan el poder y los recursos de Venezuela, y mucho menos de quienes claman por una intervención militar ordenada por el gobierno estadounidense cómplice del genocidio en Gaza.

Resistir y recuperar la capacidad de lucha

Estamos en un momento que reclama ayudar a los trabajadores y al pueblo a resistir, ante el régimen antiobrero y represivo de Maduro, así como ante la superexplotación patronal de la que es cómplice la derecha venezolana. Al mismo tiempo, levantar una alternativa de los trabajadores que nos permita buscar una salida distinta a la que esa derecha tradicional engañosamente ofrece, mientras la clase empresarial en Venezuela, a la que sus partidos opositores responden, colabora y saca provecho del despojo al que la clase trabajadora es sometida por el gobierno. 

Y es que se trata de romper la hegemonía de dos direcciones políticas que aunque estén enfrentadas, están al servicio del sistema de explotación: la burocracia madurista y la derecha opositora. Ambas, en realidad, son actualmente, dos sectores del capitalismo y en el fondo dos derechas (porque el madurismo es una falsa izquierda) que se disputan la conducción del Estado. 

Articulación y unidad de acción de la izquierda opositora y el activismo social

En pos de ello MS ha planteado y ha venido actuando para promover la articulación de las fuerzas sociales y políticas de la izquierda opositora y de los sectores obreros y populares en torno a un plan de lucha que englobe sus reivindicaciones más elementales y la defensa de sus derechos tanto sociales como políticos, así como la defensa común y la solidaridad frente a la represión o en exigencia de la libertad de los presos. 

Es la razón por la que MS ha venido participando en el espacio unitario del Encuentro Nacional en Defensa de los Derechos del Pueblo junto con otras organizaciones de izquierda que se oponen al gobierno, como el Partido Comunista de Venezuela (la versión original, porque el gobierno creó un parapeto paralelo para impedirle participar en las elecciones), el ala del Partido Patria para Todos (PPT-APR) dirigida por Rafaél Uzcátegui, el Partido Socialismo y Libertad (PSL), y Revolución Comunista, llegando en la unidad de acción a realizar actividades e impulsar campañas con otras organizaciones o corrientes políticas, movimientos sociales o sindicatos. 

Reorganizar al movimiento obrero y popular con independencia de la burocracia, la patronal y sus partidos

La articulación de las fuerzas que luchan por los derechos de los trabajadores y el pueblo debe seguirse ampliando y a la vez debe preservarse su independencia de clase. Creemos que únicamente desarrollando la organización, conciencia y disposición de lucha propia en todos los terrenos, así como con la construcción de una herramienta política independiente de la burocracia y de los partidos de la burguesía podremos avanzar y acumular fuerzas para luchar por un cambio que abra camino a un gobierno obrero y popular en Venezuela. 

Combatir la postura de las izquierdas que apoyan a Maduro y desarrolla la solidaridad internacional con los trabajadores y el pueblo

Pero esta tarea requiere también que se actúe en el terreno internacional coordinadamente con otros partidos revolucionarios anticapitalistas y antiimperialistas, antiburocráticos y auténticamente socialistas, especialmente con los de los países que comparten situaciones similares en algún sentido y requieren de su solidaridad mutua, porque no es posible una solución definitiva en ningún país si no es con la derrota del capitalismo, del imperialismo, de las burguesías y de las burocracias a escala mundial, con el protagonismo de los trabajadores y de los pueblos oprimidos del mundo. 

Y por eso nuestra lucha en Venezuela la llevamos adelante como parte de la lucha de la LIS en toda Latinoamérica y en los distintos continentes, para en frentar el ascenso de la extrema derecha, para solidarizarnos con el pueblo palestino frente al genocidio en Gaza, para defender los derechos de las mujeres o para actuar por el reemplazo del modelo civilizatorio que nos está conduciendo por el peligroso cambio climático. Estas tareas cobran especial importancia cuando vemos a ciertos sectores de las llamadas izquierdas a nivel internacional que están apoyando a un régimen tan reaccionario como el de Nicolás Maduro (como lo hacen con la burocracia cubana y con el régimen de Nicaragua), que incluso se prestan para la farsa de una supuesta “Internacional Antifascista” con un gobierno que comparte muchos rasgos con las extremas derechas. 

Contra la represión y las reformas reaccionarias del madurismo

Es de prever que el gobierno insistirá en seguir imponiendo sus condiciones en base a la represión, el chantaje y el engaño, por lo que no se puede esperar sino una profundización aún mayor de las medidas antiobreras y de las penurias del pueblo. Por ejemplo, con la anunciada “reforme constitucional” que Maduro pretende presentar como para “ampliar la democracia ya existente”, lo que habrá el la búsqueda de la liquidación total de los derechos constitucionales que hace tiempo vienen siendo violados de manera escandalosa y se querrá “legitimar” esas prácticas colocando nuevos artículos reaccionarios. Contra eso habrá que luchar.

No dudamos que intentarán volarse el molesto artículo 91 que les recuerda que han destruido el salario, harán mucho más inacesible la participación política, sindical, social y electoral, aumentarán la opacidad para la corrupción y para la entrega al capital transnacional acabando con las anteriores disposiciones nacionalistas (como lo hicieron con la malllamada “Ley Antibloqueo”), favorecerán sus proyectos extractivistas depredadores, darán cobertura “legal” a las privatizaciones, recortarán más aún los derechos democráticos y adoptarán leyes “constitucionales” más represivas… Algunas cosas tratarán de hacerlas simulando que organizan y le dan al pueblo, con falsas organizaciones comunales absolutamente sujetas al aparato gubernamental. Pero no es menos a lo que aspira la derecha opositora en muchos aspectos; sólo que quiere hacerlo bajo su propio control. 

Consciencia, lucha e independencia política del pueblo

Para esclarecer la conciencia de los trabajadores y el pueblo, recuperar las fuerzas y la capacidad de lucha por la vigencia de los derechos e intereses de clase hace falta discutir en los espacios obreros y populares sobre el carácter de este gobierno y porqué no es la derecha ni ningún ala de la burocracia sino el pueblo mismo quien debe y puede construir la solución necesaria, por qué llegamos a esta situación y que podríamos hacer para salir de ella. Discutir y resolver democráticamente cuáles son nuestros objetivos de clase, las acciones y el plan de lucha que se deben y pueden llevar adelante en esta etapa tan difícil, tomando en cuenta las lecciones que la propia historia venezolana y la lucha internacional de los trabajadores y los pueblos nos ha dado. 

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