La aprobación del directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) al programa con el gobierno del presidente Javier Milei fue unánime, como es habitual en este tipo de decisiones. Sí fue claro que el gobierno de Donald Trump jugó un rol clave, sobre todo en el tramo final de un acuerdo con el organismo por el que llegará un desembolso inicial de US$12.000 millones (60% del total de US$20.000 millones) desde el martes, un día después de que comience a funcionar la acción previa acordada con el FMI: un cambio en cómo se moverá el dólar desde mañana lunes -dentro de una banda de entre $1000 y $1400-, que, estiman, dará más sustentabilidad a la acumulación de reservas del Banco Central (BCRA).
Desde el lunes se espera que haya una depreciación inicial del peso. El valor del dólar podría acomodarse en el rango que va desde el centro de la banda al precio de los dólares libres ($1370). Esto apuraría, creen en el mercado y entre quienes conocen el programa bien en detalle, los ánimos de exportadores para liquidar y aportar divisas. Luego ese valor fluctuará en un contexto de un ancla fiscal firme (equilibrio o superávit de las cuentas públicas) y una rigidez monetaria que limita al máximo la cantidad de pesos. En la Casa Rosada, por caso, ven una apreciación -yendo al piso de la banda- en el corto plazo gracias a la cobertura que el Gobierno consiguió para este año -US$23.100 millones, incluyendo los fondos del FMI y los que aportarán los bancos multilaterales de crédito-.
Esa solidez de los fundamentos (el ancla monetaria, la fiscal y la recapitalización del BCRA), se prevé, limitaría el traslado del nuevo régimen cambiario a la inflación, a pesar de que quienes desarrollaron el programa entienden que habrá algún impacto en los precios. Sin embargo, los autores del plan creen que la tendencia subyacente de la inflación seguirá un camino de desaceleración en el mediano plazo por tres motivos: la credibilidad que se le dará a la acumulación de reservas, el ancla fiscal y que la base monetaria es hoy la mitad en relación al PBI de lo que fue en promedio en la historia argentina. “Nunca han visto conjunción de superávit fiscal, cantidad de dinero fija y tipo de cambio libre. Las bandas solo se usan para acotar la volatilidad hasta que el público aprenda a flotar”, escribió Felipe Núñez, asesor del equipo económico de Luis Caputo, citando las palabras del propio Milei en X.
Luego de seis meses de discusiones, el board del organismo que dirige Kristalina Georgieva dio luz verde a un nuevo programa de Facilidades Extendidas (EFF, según las siglas en inglés) a 48 meses por US$20.000 millones y con una tasa de interés de 5,63% anual. Pero el apoyo al país es incluso más amplio, con fondos que llegarán desde el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Más específicamente, el martes llegará el primer desembolso del Fondo de US$12.000 millones. En junio serán US$2000 millones más a lo que se sumarán US$1000 millones en meses posteriores. En total, para 2025 son US$15.000 millones, o sea, un 75% del Programa de Facilidades Extendidas. Ese martes llegarán además US$1500 millones de otros organismos (a lo largo de 2025 habrá US$4600 millones más) y US$2000 millones de un repo (préstamo privado).
Probablemente, la principal señal de apoyo internacional se conozca el mismo día en que comience a funcionar el esquema cambiario. Es que este lunes llegará al país el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, una figura clave en el elenco de Trump, que ya había tenido dos reuniones con el equipo económico que lidera Luis Caputo, en el Ministerio de Economía, y Santiago Bausili, en el BCRA.
Bessent, que llega con una comitiva de empresarios estadounidenses, se reunirá con el equipo económico argentino y con Milei, primero en el Ministerio de Economía, a las 14, y luego, una hora después, en la Casa Rosada. Para el equipo económico se trata de un apoyo sin precedentes, sobre todo teniendo en cuenta que el funcionario de Trump está en medio de una guerra comercial recién lanzada contra China.
El programa del Fondo podría dividirse en tres pilares. Primero, la necesidad de darle más flexibilidad al tipo de cambio para hacer sostenible en el tiempo la acumulación de reservas por parte del BCRA. Así queda atrás el crawling peg -adaptado al 1% desde febrero pasado-. El nuevo esquema elegido es una banda que va de $1000 a $1400 en la que la oferta y la demanda fluctuarán libremente. Superado el techo de la banda, el BCRA venderá dólares sin límites. Perforado el piso, deberá comprar. No obstante, dentro de la banda, el organismo que conduce Bausili puede adquirir divisas para sumar reservas internacionales. La meta impuesta por el staff report es de una acumulación de US$4000 millones netos este año.
El plan diseñado por los técnicos estima que esta flexibilidad en el tipo de cambio dará más sustentabilidad a esa acumulación, acotará profundamente las brechas entre cotizaciones y, en caso de que haya problemas de liquidez, habrá autorización para que el BCRA ajuste al alza las tasas de interés. El dólar blend, que regía para las exportaciones, fue eliminado. El tipo de cambio es así prácticamente unificado, salvo para los gastos de turismo y el uso de la tarjeta en el exterior, que seguirán teniendo -como se anunció el viernes- el 30% de percepción a cuenta del impuesto a las ganancias.
Este esquema más flexible, dicen los autores, protegerá al país de los shocks externos, por ejemplo, la guerra comercial y de monedas entre Estados Unidos y China. El cepo cambiario se levanta, como anunció el equipo económico, para los individuos. Para las empresas, se reabre el flujo de dividendos desde 2025, aunque se mantienen aún las restricciones cruzadas. El stock de dividendos de años anteriores y que siguen retenidos será atendido con un nuevo bono Bopreal.
En un segundo pilar tan importante como el primero, el Gobierno mantendrá el ancla fiscal. La meta en el EFF es de un superávit primario de 1,3% del PBI. Sin embargo, Caputo anunció el viernes que lo llevaría a 1,6% de PBI. Es también parte del plan de contingencia que tiene el programa con el Fondo para absorber de mejor manera los cimbronazos del mundo. Tanto el superávit como el Bopreal ayudarán a aspirar pesos y limitar la posible volatilidad cambiaria. Esta última, según los autores del programa, era amenazada solo con una salida veloz de los dividendos que todavía están en el país. Por eso, saldrán gradualmente a través de un bono.
Con relación al ajuste fiscal, en la Casa Rosada ya dijeron que habrá más freno al gasto en el Estado y que ya tienen elegidas las partidas. Habrá, según el staff report, más quitas de subsidios, bajas en erogaciones y una mejora en la calidad del ajuste.
Como tercer pilar, se esperan reformas que hagan más competitiva la economía, principalmente una laboral, otra tributaria y una jubilatoria. Aparecen entre las prior actions, pero con fecha a fin de año, o sea, después de las elecciones, que cambiarán la conformación del Congreso y con las que el Gobierno espera solidificar su apoyo. Ese respaldo político y social -como mencionó en reiteradas oportunidades el Fondo- será clave para que cualquier programa sea implementado de manera exitosa.
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