Un año de Gallardo bueno y malo: en estado de análisis

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Hace ya casi un año que Marcelo Gallardo volvió a River, disparando ilusiones y sueños de repetir viejas epopeyas. Y curiosamente, aun no pudo ser campeón. Ni sacar a relucir ese espíritu copero en la Libertadores del año pasado, hasta perdió las que generalmente ganaba, como la Supercopa con Talleres. Hoy transita un camino sinuoso, adorado por los hinchas pero bajo análisis. Porque si bien es único para explicar e ir al frente en las conferencias, el rendimiento su River pocas veces tuvo el sello de otros tiempos. Amagó con despegar y se quedó en eso.

El Muñeco alternó buenas y malas, incluso con volantazos, como renovar a Lanzini y ahora tenerlo apartado, con la virtud de haber ido de frente y no manosear. Trajo a Matías Rojas, ex compañero de Messi, y le duró nada, prescindible. Movió demasiado el mercado y en este 2025, ya habiendo traído lo que quiso, tiene el desafío de volver a subirse al podio. Con curiosidades, como haber tenido en cancha el domingo a cinco de Madrid (Armani, Montiel, Enzo P, Quintero, el Pity), alto promedio de edad, mechando con chicos como Meza. Muchos cambios de timón en esta gestión del entrenador, síntoma de que no le encontró la vuelta a lo que busca y persiguió siempre: un equipo protagonista, con dinámica, presión y muchas llegadas de gol. El mejor regalo para la gente, hasta ahora, fueron los triunfos superclásicos.

El objetivo de ahora es la obligación de ganarle a San Martín de Tucumán, todo para perder, como suele pasar en Copa Argentina con equipos que enfrentan a rivales de otras categorías. Luego, el armar un River confiable, no vulnerable como el de los últimos tiempos, y sobre todo en la Libertadores. Para el fútbol argentino tiene con qué competir y coronarse, pero la Copa precisa mucho más, puede alcanzar contra Libertad en octavos de final, y luego debería llegar más compacto con Palmeiras.

Es una estupidez decir que Gallardo no es el de antes, la realidad marca que no pudo construir lo de antes y que hubo mirada de refuerzos que no le dieron soluciones. Y que por algo se fajó tanto para quedarse con Maxi Salas, con un Borja poco confiable más allá de ser goleador. Y que sigue sumando curiosidades como haber apostado por Giorgio Costantini entrando contra el Inter en el Mundial de Clubes.

Hoy, a diferencia de otros tiempos, la gente no toma las decisiones de Gallardo como sagradas. Con buenas y malas, siempre confiando en lo que es y en lo que logró, en su capacidad vigente, el DT está en análisis: a ver si puede despegar.

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