El crimen de María Soledad Morales marcó un quiebre en la Catamarca de los años noventa dominada por los Saadi y puso en evidencia la impunidad con que se manejaban familiares y amigos cercanos a los funcionarios politicos. Más de treinta años después tuvo lugar en Chaco otro crimen que también conmocionó a todo el país y que, por sus características, recordó el de la adolescente de 17 años asesinada: la desaparición de Cecilia Strzyzowski, cuyo juicio comenzará en octubre próximo.
Ambos casos se caracterizaron por haber sido cometidos por personas denominadas por la sociedad como «hijos del poder» y por el registro de movilizaciones populares que exigieron justicia y el esclarecimiento de los hechos. Asimismo, pusieron en jaque al poder y generaron que cayeran dirigentes con mucha influencia que durante años controlaban una provincia o territorio.
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Ya sea por una intervención federal o cayendo ante las urnas contra la oposición, nada volvió a ser igual tras el secuestro, violación y asesinato de María Soledad (por los que fueron condenados Luis «El Flaco» Tula, su supuesto novio, y Guillermo Luque, hijo del ex diputado Ángel Luque) y la desaparición y femicidio de Cecilia a manos de su ex esposo, César Sena (imputado por el crimen junto a su padres, los líderes sociales Emerenciano Sena y Marcela Acuña, vinculados al ex gobernado Jorge Capitanich).
Ada Rizzardo, mamá de la joven asesinada el 8 de septiembre de 1990, lamentó el año pasado que en el caso de su hija hubo “justicia a medias” y consideró que la historia es «idéntica» a la de Cecilia Strzyzowski por la participación de los “hijos del poder”. Al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato, contó que se comunicó con Gloria Romero, mamá de Cecilia, quien le dijo que después de que saliera a la luz la desaparición de su hija recibieron presiones.
«Me contó que hay mucha gente de la política metida en el caso. Sospecho que hubo encubrimiento. Fueron amenazados. En mi caso, habían venido a mi casa la Federal de Catamarca y Buenos Aires, sabían que yo me quedaba con mis hijos menores y me decían que no hable porque se iban a conocer cosas muy feas de Sole”, había expresado en declaraciones a Noticias Argentinas.
El juicio por la muerte de su hija inició en 1996 con Luque y Tula como imputados, aunque siempre se había apuntado contra otros hombres como presuntos partícipes del crimen de María Soledad, entre ellos, el hijo del jefe de la Policía catamarqueña. Las irregularidades dejaron en evidencia la connivencia entre el poder judicial y político, y tras los escándalos el debate debió ser anulado. El segundo proceso se celebró en 1997 y en febrero del año siguiente se conocieron las sentencias.
Por su parte, el proceso por el crimen de Strzyzowski sufrió distintas dilaciones, principalmente en el tramo de la elevación a juicio. La Justicia chaqueña definió que el jurado popular se conforme para el comienzo del debate, con fecha para el próximo 28 de octubre.
El femicidio de María Soledad Morales
María Soledad cursaba 5° año de la secundario en el Colegio del Carmen y San José cuando fue secuestrada, drogada, violada, desfigurada y asesinada el 8 de septiembre de 1990, hace 35 años. Todo ocurrió tras retirarse del local bailable Le Feu Rouge, donde se realizaba una fiesta con el objetivo de recaudar fondos para el viaje de egresados de la escuela.
La joven se subió al auto de Luis «el Flaco» Tula, casi doce años mayor que ella, a quienes sus amigas definían como su supuesto novio. El hombre al boliche Clivus, donde la presentó a otros individuos, hijos de funcionarios públicos y policiales de Catamarca, entre los que se hallaba Guillermo Luque, hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque.
Según el relato de distintos testigos, salió de allí acompañada de varios hombres que la subieron a otro auto y más tarde trascendió que en esa fiesta participaron familiares de otros dirigentes como Pablo y Diego Jalil (sobrinos del Intendente de la ciudad en ese entonces, José Jalil), Arnoldito Saadi (primo del gobernador Ramón Saadi) y Miguel Ferreyra (hijo del jefe de la policía, del mismo nombre). Ese día fue vista por última vez con vida.
El 10 de septiembre de 1990, dos días después, la adolescente -que soñaba con ser maestra jardinera- fue encontrada muerta en una zona conocida como Parque Daza (a siete kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, sobre la ruta 38) por unos operarios de Vialidad Nacional. Sin embargo, se descubrió que la escena del crimen fue alterada por tres personas vistas por un colectivero.
La causa del deceso fue un paro cardíaco producto de una dosis de cocaína que le obligaron a consumir los secuestradores, violadores y femicidas. Elías Morales, su padre, la reconoció por una cicatriz en una muñeca ya que su cuerpo estaba desfigurado: tenía la mandíbula fracturada, quemaduras de cigarrillo, le faltaba el cuero cabelludo, las orejas y un ojo.
El mismo jefe de la Policía provincial, comisario general Miguel Ángel Ferreyra -padre de uno de los señalados-, al hallar el cadáver ordenó que lo lavaran, provocando que se borraran para siemore huellas y pistas importantes. Los primeros rumores apuntaban a parientes de funcionarios, coloquialmente llamados «los hijos del poder», pero se tardó más de dos meses en abrir la investigación judicial.
La situación, que incluyó declaraciones de Ángel Luque diciendo que si su hijo hubiera sido el asesino, «el cadáver no habría aparecido«, llevó a la expulsión del diputado del Congreso y a que en 1991 el presidente Carlos Menem decidiera la intervención federal de la provincia, destituyendo a Ramón Saadi, heredero de una larga tradición de gobernadores de su familia y aliado del líder riojano.
La desaparición de Cecilia Strzyzowski
Como en Catamarca, la desaparición de Cecilia el 2 de junio de 2023 en Chaco, volvió a interpelar fuerte al poder político. La joven, que en ese momento tenía 28 años, era novia de César Sena, hijo de los dirigentes piqueteros Emerenciano Sena y Marcela Acuña, con quien se había casado en secreto varios meses antes.
Una cámara de seguridad captó como ese día Strzyzowski ingresó a la vivienda de los Sena en Resistencia, pero nunca salió. Los fiscales plantean que llegó engañada por su pareja, con la promersa de que iban a hacer un viaje a Tierra del Fuego con una oportunidad laboral junto a César, para iniciar una nueva vida. Se cree que los padres del sospechoso no estaban en la casa adrede, con el fin de «crear un ambiente propicio para el homicidio«.
Allí, se cree que habría asfixiado con una toma de Jiu-Jitsu -ya que era fanático de las artes marciales- y a partir de entonces se elaboró un plan para hacer desaparecer el cuerpo con la participación de cuatro cómplices: Gustavo Obregón y Fabiana Gonzáles, dirigentes cercanos a Acuña; y Gustavo Melgarejo y su esposa, Griselda Reinoso, caseros de los Sena.
La teoría de la Fiscalía indica que supuestamente Obregón se habría encargado de llevar el cadáver junto a César hasta un campo de la familia donde funciona una chanchería. Melgarejo y Reinoso, en tanto, habrían quemado los restos durante más de doce horas y González habría limpiado la escena del crimen, deshaciéndose de los muebles de la planta baja de la casa.
Durante diferentes pesquisas y operativos se fueron encontrando diversos elementos que pertenecieron a Cecilia, como una valija y ropa quemada, un dije con forma de cruz y una alianza, hallados por buzos. También dieron con 16 restos dentarios, que no pudieron ser identificados por las autoridades porque estaban en “estado de carbonización y calcinación”.
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En ese sentido, se descubrió que Acuña no estaba de acuerdo con la relación entre Cecilia y su hijo, nueve años menor que ella. Otro de los puntos influyentes de la causa es que encontró un acta de divorcio firmado cuatro días después de que contrajeron matrimonio, en 2022. Aun así, tras las pericias se comprobó que la firma de separación por parte de Cecilia era falsa.
Emerenciano era la cabeza del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), una organización social que nació a fines de la década del 90. Logró ganar protagonismo mientras crecían los reclamos y cortes de ruta por la crisis de 2001. Supo tejer alianzas y concretar acuerdos hasta convertirse en un alfil de Capitanich, a quien eligió como padrino de su boda. Además, fundó junto a su esposa el Barrio Emerenciano, donde viven miembros y afiliados a la organización.
Cuando ocurrió el crimen de Cecilia, Sena era precandidato a diputado provincial y su esposa se postulaba a intendenta de Resistencia por el Frente Chaqueño. La desaparición de su nuera provocó que rápidamente se bajaran sus nombres de las boletas y al poco tiempo quedaron detenidos junto a César y sus cuatro colaboradores. Desde prisión, antes y después de ser imputados, lograron dilatar el proceso apartando pruebas, discutiendo peritajes y hasta cuestionando la calificación del hecho.
César Sena llega al juicio por jurados acusado del delito de «homicidio doblemente agravado por el vínculo y cometido en contexto de violencia de género» contra su novia, mientras que Emerenciano y Marcela Acuña están considerados como «partícipes necesarios». Por su parte, González, Reinoso, Obregón y Melgarejo serán juzagados por «encubrimiento agravado».
Marchas masivas para pedir Justicia
Durante la entrevista a la agencia de noticias, Rizzardo recordó los sucesos posteriores al asesinato de su hija ocurrido el 8 de septiembre de 1990, y destacó las «marchas del silencio» encabezadas por las compañeras de su hija. “Fueron 82 manifestaciones en la capital, dos nacionales y se realizaban en el interior de la provincia. Yo comencé a participar en la tercera y Elías -su marido- en la segunda”, señaló.
La mujer sostuvo que en la primera movilización la Policia le impedía a las chicas salir a las calles porque decían que era “peligroso”, pero las amigas de María Soledad se interpusieron y respondieron que iban a marchar por sus compañeras. “Entonces, la directora del colegio, la monja Martha Pelloni, les dijo ´bueno, pero en silencio´”, rememoró Ada.
Por otra parte, Ada contó que habló con Gloria Romero, mamá de Cecilia, a quien le afirmó que su caso fue muy similar al de su hija porque estuvieron involucrados los hijos del poder. “Siempre que surgen casos así, me comunico con los familiares. Hablé con Gloria y me contó que hay mucha gente de la política metida en el caso. Fueron amenazados como me pasó a mí, cuando sabían que me quedaba con mis hijos menores y me decían que no hable porque se iban a conocer cosas muy feas de Sole”.
Finalmente, tras el segundo juicio, Guillermo Luque fue sentenciado en 1998 a 21 años de prisión como autor del femicidio de Morales, mientras que Tula recibió nueve años en carácter de partícipe necesario por la violación y asesinato de la joven de 17 años. Hoy en día ambos se encuentran en libertad y la familia de Soledad han comentado que a veces los encuentran en el centro de la ciudad.
Por su parte, Romero ha encabezado movilizaciones de cientas de personas en diferentes localidad chaqueñas, como Resistencia y Castelli, algunas de ellas con velas y en otros casos con globos rosas (color preferido de su hija) y carteles de justicia. Siempre se solicitó que se investigue a los responsables y no se les brinde la prisión domiciliaria, y tras conocerse la fecha del juicio aseguró que, «por un lado, quisiera verlos a la cara en el momento de la sentencia, y, por otro, sé que me va a destruir el hecho de revivir todo«.
FP