El Gobierno ya definió su estrategia monetaria de cara a las elecciones: tasas altas en pesos para mantener quieto al dólar y evitar que haya sobresaltos por la inflación. Pero en las últimas semanas empezaron a aparecer señales de que ese camino va a profundizar la debilidad que esta atravesando la actividad económica, a tal punto que ya hay consultoras que empiezan que hay posibilidades de recesión.
La suba de las tasas que viene convalidando el Gobierno en las colocaciones de deuda y en las colocaciones de caución entre bancos empiezan a pegar en la economía real. Una muestra es que los adelantos en cuenta corriente para empresas pasaron de un promedio de 36% en junio, a tocar un máximo de 93% la semana que terminó .
El efecto ya se siente en el crédito: de crecer 3% real en junio y julio respecto al mes previo, vienen aumentando 2,5% en lo que va de agosto respecto a igual período del mes pasado, detalla la consultora Equilibra.
«El crédito privado muestra desaceleración, especialmente en préstamos en pesos de corto plazo a firmas cuya tasa real alcanzó niveles récord, mientras que los personales siguen creciendo, aunque preocupa a los bancos el fuerte incremento de la morosidad. La combinación de tasas elevadas, mayores encajes y menor disponibilidad de crédito puede convertir el amesetamiento de la actividad en recesión, lo cual no se podrá sostener mucho tiempo», advierte Equilibra.
En cambio el economista Fernando Marull señala que «en el segundo semestre, esperamos que la actividad siga estable o débil, pero sin caída ni recesión. Los salarios reales mejorando de a poco y el tipo de cambio más alto acotarían el efecto de la suba de tasas de interés».
Lo concreto es que la actividad ya había empezado a dar señales de debilidad antes de que arrancara la suba de tasas en julio. GMA Capital marca que el estimador mensual de actividad económica (EMAE) se retrajo nuevamente en junio y se ubicó en niveles por debajo de diciembre de 2024. «La recuperación en “V” se enfría y el crecimiento del 5% para 2025 parece complicarse de la mano de tasas reales exuberantes», agregan.
«La mayor estabilidad que le siguió a la salida del cepo no alcanzó para anclar un repunte claro. El ciclo de crecimiento ha sido errático y con sesgos sectoriales: la intermediación financiera y el comercio fueron el sector que más traccionaron la actividad. Pensando en los próximos datos, la volatilidad de tasas vivida desde mediados de julio probablemente tenga un impacto», apuntan.
Si bien el consenso de mercado proyecta en promedio un 5% de crecimiento para 2025, sostenido en el desempeño de la primera parte del año, GMA señala que para alcanzarlo, «la economía debería encadenar ahora más de un 0,6% mensual en promedio. Los datos preliminares indican que el camino luce difícil».
En esa línea Invecq señala que «el segundo semestre aparece condicionado por los niveles de tasa de interés históricamente altos que no son compatibles con una recuperación de la actividad por el encarecimiento del crédito. En este contexto, difícilmente los datos de actividad muestren mejoras en la previa electoral».
Y anticipan que «tras la tensión electoral, se espera un reacomodamiento en la relación tasa-dólar, con una baja de tasas y un tipo de cambio más alto, equilibrio que podría aportar algo de aire a la actividad económica en el cierre del año».
Equilibra ve dos caminos posibles para después de las elecciones: una baja de tasas respaldada por un triunfo oficialista que reduzca las presiones cambiarias y el riesgo país sin necesidad de una fuerte corrección del dólar; o bien un ajuste cambiario para recomponer competitividad externa, acumular reservas y bajar el riesgo país, a costa de mayor presión inflacionaria y recesión en el corto plazo.