Un festival con identidad barrial recordó el primer gol olímpico de la historia del fútbol

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Se podría decir que la cuestión arrancó cuando Gabriel Moscovici les propuso a sus alumnos de la Villa 21-24 de Barracas hacer un trabajo sobre la historia centenaria del barrio. O se podría decir que el punto de partida fue el gol olímpico que Cesáreo Onzari convirtió hace cien años en la cancha de Sportivo Barracas, en un amistoso entre Argentina y Uruguay. O, también, se podría considerar que la iniciativa se gestó como resultado de las voluntades de unos delirantes que se convencieron de que era el momento de organizar un festival con la comunidad, una celebración barrial que conjugara historia, fútbol, música, gastronomía e identidad.

“Entendimos que era hora de trascender nuestro rol como educadores y capitalizar la fortaleza territorial construida con diferentes actores del barrio para generar un espacio de encuentro comunitario en torno a un hecho simbólicamente muy potente”, explica Moscovici. ¿Cuál es ese hecho simbólicamente muy potente? El gol de Onzari. El primer gol olímpico de la historia. Ese gol imposible que este 2 de octubre cumplió 100 años.

Lo que ocurrió en la cancha de Sportivo Barracas fue lo siguiente: la selección de Uruguay había salido campeona en los Juegos Olímpicos de París de 1924 y a su regreso organizaron dos amistosos con Argentina, el primero se jugó en Buenos Aires, en ese estadio con capacidad para 37 mil personas. La presencia del campeón olímpico impulsó tres denominaciones. Antes del partido pusieron alrededor del campo de juego un alambrado para evitar la invasión de los hinchas: el alambrado olímpico. Los jugadores uruguayos recorrieron el perímetro de la cancha para saludar a las tribunas: dieron una vuelta olímpica. Y Onzari, hábil wing derecho de Huracán, convirtió un gol directo de córner: un gol olímpico.

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Festival. El combo merecía una celebración. Y ocurrió ayer, sobre la avenida Iriarte, de espaldas a uno de los arcos donde hasta 1942 se sostuvo el estadio de Sportivo Barracas. Impulsado por las organizaciones Antropolúdica, la Cooperativa ArqueoTerra y Pintando mi Aldea, hubo shows musicales y teatrales, juegos para las infancias, feria de artesanías y gastronomía de emprendedores del barrio, exposición de autos antiguos y murales. Pero, sobre todo, hubo una excavación.

Guadalupe Vázquez vive en una casa sobre la calle Río Limay. Según los cálculos que hicieron los arqueólogos, en el fondo de esa casa estaba ubicado uno de los corners de la cancha. No el del gol de Onzari, sino el opuesto. No importa: hay que excavar. Y ahí fueron los especialistas a meter pico y pala para llegar a esas capas de tierra que alguna vez fueron pisadas por los mejores futbolistas del mundo.

“Vivimos con mi familia en este barrio desde hace 12 años. Y de a poco vamos incrementando eso que entendemos como identidad barrial a partir del vínculo con las personas y las instituciones que componen el paisaje barraquense. También el entorno y la historia del barrio nos representa mucho”, comenta Guadalupe, que no dudó en abrir las puertas de su casa para que cualquier interesado se acercara a la excavación.

El festival siguió durante toda la tarde con show musicales, la exhibición de un corto con la reconstrucción del gol con relato Víctor Hugo Morales y comentarios de Alejandro Apo, una vuelta olímpica y un cierre a todo tango.

En este rincón de Barracas delimitado por las calles Perdriel, Río Cuarto, Luzuriaga e Iriarte algún día cantó Gardel, se hizo la primera transmisión radial de un partido de fútbol, jugaron Real Madrid, Barcelona, Espanyol y Torino, entre otros grandes equipos, y hasta peleó Luis Ángel Firpo con Al Reich. Y no había nada que recordara todo eso. Cero señalización. Hasta ayer, que con el Festi Gol Olímpico el barrio tomó conciencia de su propia historia.

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