Quienes conocen desde adentro el entramado del sorpresivo acercamiento de Javier Milei a China marcan en rojo aquel encuentro secreto entre el Presidente y el embajador chino en el país, Wang Wei, previo a la prórroga que el régimen comunista hiciera del swap bilateral, una decisión que le evitó a la Argentina pagar más de US$ 5000 millones y comprometer sus reservas en el Banco Central.
La reunión a solas entre Milei y Xi Jinping en Río de Janeiro completa el giro geopolítico de 180 grados del gobierno libertario, que de rechazar de manera terminante “relaciones con comunistas” durante la campaña electoral pasó a buscar con energía la forma de conseguir la foto conjunta.
La exportación de soja, el swap y los proyectos de China en el país como las represas en Santa Cruz (frenadas desde hace meses) son algunas, sino las más importantes, de ese giro pragmático del Gobierno. Se trata de una maniobra que es mirada con recelo desde Washington y promete despertar chispas con la electa administración republicana de Donald Trump, quien ya designó en el parlamentario anti-castrista Marco Rubio como secretario de Estado, al frente de la diplomacia estadounidense a partir del próximo 20 de enero.
“Son un socio muy interesante. No piden nada, salvo que no los molesten”, dijo Milei ante una atónita Susana Giménez, en la emisión en la que también prometió un viaje a China en enero, hoy postergado-al menos-hasta abril, cuando se prevé la cumbre conjunta entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), otra entidad de la que Milei prometió desligarse ni bien pisó la Casa Rosada, y que hoy le sirve de trampolín para acercarse el gigante asiático.
Agradecido por el gesto de China con el swap, Milei reprochó incluso a delegados de Estados Unidos la falta de celeridad para ayudar en la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Pero la alianza con Estados Unidos está más fuerte que nunca”, se atajan desde la Casa Rosada y la diplomacia afín al Gobierno. La suspensión del viaje de la secretaria general Karina Milei a una megaferia de turismo e inversiones en China, en principio previsto para principios de noviembre y luego cancelado, fue leído en la diplomacia nacional como un intento por no agitar las aguas con el principal aliado del Gobierno.
Conocedores del vínculo bilateral ente la Argentina y China recuerdan no pocas disidencias, moderadas con el correr de los meses. China no disimuló su enojo cuando el Gobierno, en la voz del entonces jefe de gabinete, Nicolás Posse, accedió al reclamo público del embajador norteamericano Marc Stanley en una entrevista con LA NACION y envió una “inspección” a la base aeroespacial china en Neuquén. El gobierno comunista tampoco se mostró satisfecho cuando la entonces canciller Diana Mondino, luego de su paso por China, cometió el recordado traspié al no poder distinguir entre operarios y militares chinos en esa base, ya que-afirmó-”los chinos son todos iguales”. Sorprendidos también por el rechazo (bien visto por Estados Unidos) de la Argentina al ingreso al grupo de los Brics, al que “los países hacen cola para sumarse” según comentaban desde Beijing, los funcionarios asiáticos siguieron, de todos modos, alimentando el contacto, con paciencia oriental. Fue fundamental, coinciden en el Palacio San Martín, la gestión silenciosa pero efectiva en estos meses de Marcelo Suárez Salvia, diplomático de carrera y embajador en China, sucediendo a Sabino Vaca Narvaja, dirigente kirchnerista y sinólogo de acceso directo al gobierno chino.
La llegada de Trump a la Casa Blanca, y su postura de “competencia directa” con China, supone no pocos desafíos para la administración libertaria. En estos 11 meses de gestión, llegaron aquí varios de los principales funcionarios del Departamento de Estado-incluido el secretario Antony Blinken-y la preocupación principal tenía que ver con el crecimiento de la influencia china en la región.
La inauguración del megapuerto de Chancay que el propio Xi Jinping protagonizó días atrás en Perú con autoridades del gobierno de ese país abonaron las preocupaciones de la primera potencia mundial. Para colmo, China también avanza a paso redoblado en inversiones en litio, chocando con las compañías norteamericanas. “Las empresas chinas quieren invertir en Argentina”, destacó hoy en la red X Suárez Salvia, participante de la “Conferencia Internacional de Litio 2024″, organizada por el empresariado chino en la provincia de Chengdu.
Marco Rubio, que considera a Milei “un amigo”, y a quien visitó en Casa Rosada en febrero pasado, prestará especial atención a la región. Cuando estuvo aquí aclaró que la saliente administración demócrata de Joe Biden debía haber “ayudado” más a la Argentina en la negociación con el FMI. Promete más colaboración, pero también habrá seguimiento pormenorizado de sus aliados, un listado más bien corto en el que Milei parece estar en la primera fila junto a Nayib Bukele, de El Salvador.
El Gobierno, entonces, deberá hacer gala de sus dotes de equilibrista, en una próxima etapa dónde la competencia entre las superpotencias podría subir varios peldaños.
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