Están en Ezeiza con un pie en el estribo del avión. Lucen con una excitación lógica pero también están nerviosos, porque los espera un largo viaje de más de treinta horas con destino final… ¡China!. Manuel Sarrouf (13), Santiago Bronstein (12) y Simón Moreno (15) representarán a la Argentina en el II Torneo Internacional Juvenil de Go, que ya está en marcha y se extenderá hasta el 22 de noviembre en la ciudad de Quzhou.
Ni ajedrez, ni damas, ni backgammon, ni bridge. Go, el milenario juego-ciencia inventado por un emperador chino hace más de 4.000 años, en el que, estrategia mediante, dos jugadores adversarios luchan con el objetivo de lograr controlar un mayor territorio que el oponente.
Mientras el juego progresa, cada jugador coloca piezas en el tablero, tratando de formar territorios. Así podría ser una liviana explicación de un juego que tiene su Asociación Argentina en la ciudad de Buenos Aires, aunque carece no sólo de popularidad, sino que es casi una misión imposible conocer a alguien de la vida cotidiana que lo juegue.
«Somos ‘Los Gorriones‘ y estamos orgullosos de ese sobrenombre…, Lo elegimos porque buscábamos una manera de identificarnos… Y como ya están Los Pumas, Las Leonas, Los Halcones, Los Murciélagos, pensamos un nombre que empezara con ‘go’ –sonríen– y que tuviera que ver con nosotros, que somos chicos y gorriones nos calza justo», explica el trío adolescente.
«No lo podemos creer que vamos a jugar para nuestro país, es como que un poquito se siente la presión, pero vamos a tratar de hacer un papel digno», dice sonriendo Simón, el más grande.
«Es la primera vez que un equipo argentino de Go llega a esta instancia», hace saber Rosario Papeschi, coordinadora infantil de la Asociación Argentina, quien permanecerá junto a los menores durante toda la estadía en China. «Gracias a que se se ganó un torneo latinoamericano, Manuel, Simón y Santiago no sólo representarán al país, sino a la región hispanoparlante«.
La posibilidad de ir a China llegó de manera impensada, cuando el tridente juvenil obtuvo el campeonato latinoamericano disputado en octubre. Casi de inmediato llegó la invitación de la federación china, consiguieron el dinero para los pasajes gracias a tres sponsors y, también, a través de rifas, eventos solidarios y colaboraciones.
«Es un tsunami de sensaciones lo que estamos viviendo, porque nadie esperaba lo que pasó» grafica Papeschi. «Fue todo de muy de repente, hasta impensado e inesperado. ¿Por qué? Porque todo el mundo pensaba que ganaría México, que tiene mucha experiencia en juveniles, o Chile, donde hay escuelas de go, pero ganamos nosotros con un equipo formado de apuro, pero integrado por chicos con muchísima garra»».
Representante de la Asociación, Papeschi subraya que «Manuel, Simón y Santiago no hace mucho que juegan al go, pero en poco tiempo han logrando un montón de cosas… Tuvieron una muy buena performance en el Latinoamericano y creemos que en China, la tierra legendaria del juego, pueden competir decorosamente«, pronostica.
Manuel, Simón y Santiago no son amigos, pero se empezaron a conocer y a querer a partir del torneo que conquistaron. El go es el gran denominador en común –que es muchísimo–, pero son bien distintos los adolescentes que son oriundos de diferentes ciudades del interior del país.
Manu vive en Mendoza y cursa el primer año en el Colegio de Aplicación Docente y lo llaman «el Messi del go», por su proyección, aunque no se la cree. «¿Por qué a todos los que juegan bien a algo los apodan Messi?», sorprende.
Simón reside en Puerto Madryn, va a cuarto año del secundario en La Mutualista y confiesa con humildad: «La verdad, yo no soy muy bueno jugando, pero tengo voluntad».
Y Santiago, el benjamín del grupo, habita en Quimili, Santiago del Estero, va a séptimo grado de la escuela Provincia de San Luis y es el único que se ve a futuro vinculado al go.
Son pequeños héroes para sus familiares, sus docentes y también para sus amigos del colegio, que no tienen la menor idea de qué se trata. Sin embargo, los tres coinciden que el go, de alguna manera, los mejoró.
«Yo lo empecé a jugar a los 9 años, cuando mis amigos empezaban a estar a full con las redes sociales. A mí me aburren un poco, pero es normal para mí, que me gustan los juegos de mesa y porque el go es el mejor pasatiempo, que me permite tener estrategias y conceptos que llevo a otras materias de la escuela», comenta Manuel.
Remarca Simón que desde que juega al go «me convertí en un chico con más paciencia y… cómo decirlo, ¿paz interior está bien? El go exige mucha concentración y cuando lo juego me lleno de serenidad. Antes yo jugaba al ajedrez, pero estoy convencido que el go, al tener un tablero más grande, obliga no sólo a pensar mucho más allá, sino que tenés que imaginar jugadas a futuro y también a tener equilibrio emocional… ¿Sabés? Estuve leyendo qué pasa con el go en Asia y me enteré que sos considerado mejor ciudadano, porque te obliga a respetar al prójimo».
«Me gusta que sea un juego de pensar y no de matar, matar y matar, como son los videojuegos de ahora, que me aburren un poco», puntualiza Santiago, que se define como «un ex chico apurado –sonríe–. Hoy me tomo más tiempo para todo, y creo que mucho tiene que ver este juego, que lo empecé a jugar hace un poco más de un año», cuenta el santiagueño que, curiosamente, conoció China en 2023, sin imaginar que volvería al año siguiente.
Manuel, Simón y Santiago son los únicos en sus entornos que juegan al go. «Un poco bichos raros nos sentimos, pero está todo bien». Dice Manuel que empezó a jugarlo gracias a un tío abuelo que se lo regaló.
«Con mi papá jugábamos al ajedrez, hasta que me enganché con el go y empecé a tomar clases con un profesor que hay en Mendoza. Cuando se confirmó el viaje a China, empecé a intensificar las clases con otro especialista, que me lo recomendó la gente de la Asociación».
Simón no duda en que es el único que juega al go en Puerto Madryn. «En realidad está mi profesor y yo, nadie más. ¿Por qué no se juega? Supongo que porque tiene sus complejidades, no es como el ajedrez, que requiere estrategias pero cuando sabés mover las piezas… listo. Esto es más complejo, se pueden dar varios juegos en simultáneo en el mismo tablero. Es lo que veo en mis amigos, a los que no sólo les cuesta, sino que no tienen paciencia ni ganas de prestar atención. Intenté muchas veces explicarles pero no hubo caso».
Para Santiago «el go es un pasatiempo que me gustaría seguir teniendo y mejorando, porque veo videos, lo juego virtualmente… Pero le pongo la misma energía que al fútbol, que lo juego dos veces por semana, y a inglés, que estudio por fuera del colegio. A veces escucho que dicen que al go lo juegan pibes raros, que no les gusta el deporte… Nada que ver. Sí creo que es una actividad desconocida para la mayoría, pero que a mí me ayuda mucho», afirma con autoridad.
Los tres saben al destino que viajaban y tienen en claro que jugaron contra los inventores del juego. «No vamos a ganar, lo tenemos claro, pero buscaremos sacar la mejor experiencia posible y disfrutar del viaje, de conocer otra gente y otra cultura», siente Simón.
«Los chicos chinos de diez años son mejores que el campeón de América, o andan por ahí. No nos vamos a regalar, queremos ganar pero no me voy a poner mal si pierdo… Basta con ver los rankings de nuestros rivales y bueno, uno imagina el resultado», sonríe el vocero del grupo.
Los padres, contento con el impacto positivo del go en sus hijos
La atracción del go y sus derivaciones caló hondo en las familias de los adolescentes. Nicolás Bronstein, padre de Santiago, remarca que el juego «le dando más equilibrio, tiempo para pensar y menos ansiedad, a la vez que lo fue fortaleciendo en su personalidad, pero siempre manteniendo la humildad. Quisiera mencionar que las oportunidades aparecen donde sea que uno esté… Nosotros vivimos un pueblo chico como es Quimili, en Santiago del Estero… donde chicos pares a mi hijo ven que alguien igual a ellos de un día para el otro se va a China»..
A Tomás Moreno, papá de Simón, le gusta que su hijo invierta tiempo y esfuerzo en este juego. «Requiere análisis y dedicación, y puede llevarle toda la vida seguir mejorando. Creo que le suma mucha a su generación, por la inmediatez de estos tiempos que vivimos. Por otra parte es importante que se vincule con otros jóvenes y gracias al go ha tenido la oportunidad de viajar a Buenos Aires, Ushuaia y Comodoro Rivadavia».
En esa sintonía también está Cecilia Parnisari, madre de Manuel, que no duda en reconocer que «desde que empezó a jugarlo, su capacidad de analizar y visualizar situaciones se ha agudizado, y se han fortalecido su concentración y enfoque, cuestiones que noto en su conducta cotidiana».
MG