Existen dos canales de navegación naturales que, debido a las malas razones ambientales, estarán produciendo grandes ahorros al comercio internacional en términos de comercio marítimo mundial y time-to-market para la oferta exportable y necesidades de importación de una buena cantidad de países. Estos canales se ubican en el Ártico canadiense y el Ártico ruso, toda vez que debido al calentamiento global sus hielos van cediendo sin pausa alguna, a punto de estar casi totalmente operables para el 2040 o bien para el 2050, según la biblioteca que uno elija.
Se trata del Northwest Passage en Canadá (NWP) y el Northern Sea Route (NSR) en Rusia, que hoy permiten unir el Atlántico Norte con el Pacífico durante casi 5 meses al año, de una manera mucho más económica y competitiva no sólo para los armadores oceánicos sino también para los cargadores que ven una creciente oportunidad de ganar mercados basados en menores costos logísticos, mayores economías de escala, menor tiempo de tránsito y por lo tanto, una mayor productividad.
Paradójicamente, el efecto dañino que producen los gases de efecto invernadero en dichos canales produce un impacto ambiental positivo toda vez que los buques reducen sustancialmente sus emisiones al aire gracias a una menor navegación. Puesto de otro modo, una empresa de la costa este de los EEUU / Canadá puede evitar utilizar el canal de Panamá y llegar rápidamente al Asia-Pacífico por medio del NWP, así como también una empresa del norte de Europa lo puede hacer a través del NSR.
Otro detalle: mientras que el NWP se lo disputan hoy día no sólo Canadá y EE.UU sino también el Reino Unido, Dinamarca, Noruega y Rusia, nadie le disputa a Putin sus dominios sobre el NSR – todo lo cual supone un significativo valor geopolítico y valor agregado para Rusia en su comercio con el Asia-Pacífico y como país de tránsito. Putin, a los efectos de promocionar el uso del NSR, pone a disposición de los armadores marítimos, rompehielos para que se vayan animando cada vez más a operar por esa gigantesca vía navegable, siempre dentro de la ventana de 5 meses de operación – la cual se va extendiendo conforme nos acercamos al 2040 o 2050.
¿Cuál podría ser el impacto de la apertura total de estas dos rutas para el Mercosur y para Argentina en particular? Es muy posible que las multinacionales que operen en el país tiendan a hacerse la siguiente pregunta: me conviene tener mi planta en la Argentina o mejor me instalo al norte de EE.UU. o Canadá para aprovechar menores costos logísticos, ganar economías de escala, y lograr una mayor productividad? ¿Y si mudo mi planta a países de bajo costo de mano de obra y menores impuestos como Estonia, Letonia, Lituania o Polonia para abastecer el AsiaPacífico?
Al mismo tiempo, esas empresas bien se podrían plantear migrar toda su producción a Brasil para abastecer Sudamérica a su antojo y desinvertir en Argentina. Si bien Santos se encuentra a cinco días menos de navegación del Canal de Panamá con respecto a Buenos Aires, la realidad nos muestra que dicho canal hoy opera a un poco más del 50% de su capacidad, justamente por el impacto climático – todo lo cual si el NWP y el NSR se abrieran mañana temprano, siempre tenemos aquí la oportunidad de salir por Chile para llegar al Asia Pacífico.
Esta alternativa Brasil aún no la tiene, pero la va a tener en unos años gracias a las inversiones chinas en infraestructura logística que unen Brasil con Perú. Además, quién sabe que va a pasar con el Canal de Panamá de aquí al 2040. Lógicamente, los productos del campo no podrán migrar su producción al norte por cuestiones obvias. Pero ¿que hay de la industria automotriz, siderúrgica y los bienes de oferta intermedia? ¿Estará alguien pensando estos temas de estrategia de aquí para adelante?
Sea como fuere, resulta muy claro que la Argentina debe ganar productividad rápido, integrarse más decididamente con Chile a los efectos de facilitar el comercio exterior con el Asia-Pacífico, integrarse con la Unión Europea a los efectos de engendrar un sinfín de alianzas estratégicas que ayuden a las empresas a ganar economías de escala y productividad dentro del Mercosur, reformar y reducir el Estado y su carga impositiva, mejorar su infraestructura etc.
No falta tanto para el 2040, fecha en la cual ambos canales operarán al menos al 70% de su capacidad.
El autor es director de la Especialización y Diplomatura en Comercio Internacional de la Universidad Austral
Por Alejandro Arroyo Welbers
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