Un año de Milei: Candelaria Botto y Martín Kalos hablan de los ganadores y perdedores del modelo

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El gobierno del liberal libertario Javier Milei llega a su primer año de gestión. Desde La Izquierda Diario entrevistamos a Martín Kalos, director de EPyCA Consultores, y a Candelaria Botto, Directora de EcoFeminita y columnista económica en diversos medios, acerca de las consecuencias que dejó el brutal plan de ajuste y motosierra. ¿Quiénes son los perdedores y ganadores? ¿Y si sale bien? son las preguntas más actuales de la agenda nacional. A continuación compartimos la opinión de Botto y Kalos.

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-A un año del gobierno de Javier Milei, ¿Quiénes son los ganadores y perdedores de su plan económico?

Martín Kalos: Claramente hay un modelo económico, un modelo de país, que empieza a surgir al calor de las políticas que lleva adelante Milei. Esto implica un reacomodamiento del poder económico y del poder político. Hay un nuevo «círculo rojo» que se suma al anterior. El anterior no pierde los negocios que estaba haciendo, particularmente la élite empresaria agroalimentaria, que siempre incluye algo de industria. Sin embargo, esa parte está más diezmada, más golpeada por la coyuntura impuesta por el modelo de Milei. A esto se suma un nuevo grupo de poder vinculado a los hidrocarburos y a la minería.

Este cambio también reorienta el poder de manera geográfica. Es bastante sintomático que, por prácticamente primera vez en la historia argentina, dos provincias patagónicas se hayan unido y le hayan ganado una pulseada de poder a la provincia de Buenos Aires, específicamente en torno al gran negocio de decidir dónde se localizaría el proyecto de la planta de GNL.

Dicho esto, este reacomodamiento implica, en términos de actores, personas y empresas, la aparición de nuevos ganadores: personas con poder que surgen en Argentina. Algunas de estas transformaciones ya estaban pasando. En términos sectoriales, los tres sectores que han salido favorecidos este año son: el minero, el energético (especialmente hidrocarburífero) y el agroalimentario.

De estos tres, a dos ya les iba bien en el pasado: el minero y el hidrocarburífero. Al agroalimentario le estaba yendo mal por problemas climáticos, como las sequías de los tres años previos. Sin embargo, son sectores que ya se perfilaban como ganadores antes. Lo que ha cambiado es que, antes, no eran perdedores los sectores que este año sí lo fueron: prácticamente todos los orientados al mercado interno. En particular, los sectores de consumo masivo, comercio, industria, servicios en general y construcción. Salvo algunos nichos puntuales de consumo orientados a sectores de alto poder adquisitivo, el consumo masivo está deprimido. Esto refleja la división entre ganadores y perdedores.

Por supuesto, también hay que analizar los perdedores y ganadores a nivel hogares o familias. Este año, quien cobra una jubilación perdió. Quien percibe un salario público, también perdió. Quien cobra un plan social, perdió. Incluso quien no está registrado por ahora perdió, en términos de ingresos, de poder adquisitivo debido a que la inflación le ganó a sus ingresos.

Finalmente, queda la discusión de si a futuro van a seguir siendo perdedores. Muchas de éstas personas tienen la esperanza de que la baja de la inflación y la estabilización económica general continúen. Y que se revierta la recesión, la caída del empleo. También esperan que se detenga la precarización laboral que se agravó en 2024, por encima de lo que ya venía ocurriendo en los últimos 15 años. Pero, esto es más una apuesta a futuro, porque efectivamente este año sí perdieron.

Candelaria Botto: Creo que es muy claro, en términos de recorte presupuestario, que los principales perdedores tienen que ver con las y los jubilados, con todo el rubro del sector de la construcción y también con los empleados y empleadas públicas, que son los tres ejes del recorte de esta motosierra de Milei. Esos diría que son los principales perdedores. Pero, en términos generales, con las caídas que hay en el consumo, sobre todo en el consumo masivo —hablo de supermercados y tal—, vemos que los perdedores son las mayorías. Y eso creo que es bastante claro y evidente.

En cuanto a los ganadores, diría que son los que tienen que ver con los sectores exportadores, con los sectores que van a entrar en el RIGI, con los sectores de las grandes inversiones, con los sectores relacionados a las actividades extractivas, como minería e hidrocarburos, y el campo. Que, si bien tienen un dólar que se fue apreciando con el correr de los meses, les garantizan también un negocio con la bicicleta financiera para poder valorizarse, e ir valorizando esos pesos. Tienen un negocio asegurado por ese lado.

Los perdedores somos las grandes mayorías, y los ganadores, un puñado muy chiquito de capital concentrado, y también las personas que más ingresos tienen, ¿no? Pienso, por ejemplo, en la disminución de bienes personales.

-¿Cómo evalúas esta especie de estabilización de precios con recesión, salarios planchados y atraso cambiario, propuesta por Milei y Caputo?

Martín Kalos: El plan de estabilización de Milei y de Caputo, efectivamente, se basa en la recesión del mercado interno, lo cual genera que las importaciones se hayan debilitado respecto a años previos. Eso pone a raya la demanda de reservas internacionales que escasean, que siguen siendo prácticamente nulas en términos netos, y, de hecho, siguen siendo negativas.

Con un salario que está planchado en niveles de caída, en niveles que implican una caída respecto a años previos, y de atraso cambiario. Acá hay una cuestión: la estabilización de precios se da con aumentos de tarifas de servicios públicos, que eran el precio atrasado hasta ahora. Sigue atrasado en un 25%, debería aumentar un 25% más, probablemente, pero obviamente esa brecha se redujo a la mitad respecto de cómo estaba inicialmente.

Ahora bien, los que se atrasaron son el dólar y los salarios. Y entonces, la pregunta sigue siendo: ¿cuál es el nivel al cual queremos que esté cada una de estas variables? ¿A qué nivel queremos el dólar? ¿Qué nivel queremos para los salarios? ¿Los queremos a estos niveles como sociedad? Yo creo que hace falta, en algún momento, pensar un modelo económico que sea sustentable, con un salario más alto, un tipo de cambio más alto y con tarifas de servicios públicos más altas que las actuales. Pero también hay una transición hacia cualquier modelo económico que hay que analizar.

Y acá la pregunta es: ¿hasta cuándo dura la posibilidad del gobierno de sostener este «veranito» financiero? Sin el cepo, Milei no podría estar haciendo lo que hace, porque el cepo es lo que restringe la demanda de dólares, la orienta a mercados paralelos y le permite, además, intervenir con fuerza en esos mercados paralelos, sin que eso le implique una devaluación del dólar oficial.

-Es conocido que en las crisis económicas, el impacto negativo sobre las mujeres es mayor. ¿Cómo les fue a las mujeres en términos económicos y sociales, bajo el gobierno de LLA?

Candelaria Botto: Obviamente la crisis económica tiene un impacto diferenciado en términos de género. Pero, en este gobierno, creo que va más allá, porque el ataque es muy directo en términos de género, sobre todo en el desmantelamiento de las políticas reproductivas. Desde el plan ENIA, para evitar el embarazo adolescente, hasta toda la política de persecución a la agenda de género.

Hubo una disminución muy fuerte en el programa Potenciar, donde la mayoría de quienes lo cobraban eran efectivamente mujeres. La única política que quedó de esas es la AUH, que recibió un refuerzo, pero el ataque a los comedores populares y a todo lo que hace a la economía popular es un ataque directo a las mujeres.

También en el empleo público, porque el empleo público era uno de los pocos sectores dentro del mercado laboral que, bueno, tenía niveles importantes de paridad y baja brecha salarial.
Así que diría que el impacto es en bastantes sentidos, más allá de que, siempre que hay un ajuste fiscal y siempre que hay un desmantelamiento de las políticas públicas, son las mujeres las que salen a reforzar ese trabajo.

-A contramano de la fiesta en los “mercados” que incluye baja del riesgo país y suba en bonos y acciones, el gobierno no logra atraer inversiones a largo plazo. La IED cayó un 56% en el segundo trimestre, alcanzando un mínimo desde la pandemia. En tu opinión, ¿qué factores pueden explicar esta situación?

Martín Kalos: En Argentina, no hay necesidad de invertir hoy en la mayor parte de los sectores de actividad productiva, porque todos están trabajando muy por debajo de su capacidad. Cuando vos tenés una industria, por ejemplo, funcionando al 60% de su capacidad instalada, lo que necesitás no es invertir para poner nuevas máquinas en la planta, sino prender las máquinas que ya tenés instaladas, en las cuales invertiste en años pasados y que están paradas porque no tenés a quién venderle lo que producirían si las prendés.

Hoy tenemos un desempleo, una ociosidad de muchos de los recursos productivos de nuestra economía. Si se necesitan inversiones para algunos sectores más novedosos o que están en auge, son específicamente tres: el minero, el hidrocarburífero y, en cierta medida, el agroalimentario.

El agroalimentario quizás invierte en maquinaria agrícola, pero no mucho más que eso. La innovación o los nuevos proyectos son de menor cuantía. Entonces, no hay necesidad de invertir para la industria en general, no hay necesidad de invertir en general para el comercio, y no hay necesidad de invertir en general para la construcción.

Todo eso llegará cuando haya un mayor nivel de demanda, que haya traccionado la actividad a niveles más altos, donde no haya tanto recurso ocioso y, entonces, ahora sí, aumentar la producción requiera inversiones.

-El gobierno avanza en medidas de tinte aperturista, como la baja a impuestos para importaciones. De profundizarse, ¿qué efectos podría tener este rumbo sobre la industria local y sobre el empleo?

Martín Kalos: El problema no es tanto la apertura, sino la deslealtad en esa apertura comercial y el hecho de que se hace justamente en contra de la producción nacional, favoreciendo, a propósito, a la producción extranjera. Por ejemplo, cuando se habilitan mejores condiciones impositivas y cambiarias para importar productos terminados que para importar los insumos con los cuales, en Argentina, se producen esos mismos productos terminados.

Esto pasó. Pasó en marzo y pasó en agosto nuevamente, con medidas puntuales que tomó el gobierno de Javier Milei. Y eso revela un sesgo, eso tiene un sesgo anti-industria nacional. Algo que es interesante es que cuando voy a las fábricas argentinas, muchísimas veces encuentro maquinaria equiparable a la de cualquier país industrializado, central. Uno encuentra la capacidad, la formación laboral de esos trabajadores, también a la vanguardia mundial en muchísimas fábricas de Argentina. Ahora, cuando ese producto está terminado, con buenos niveles de productividad, uno dice: «Bueno, ¿y por qué después el costo es mayor?» Porque hay un costo impositivo, un costo logístico. Recordemos que en Argentina dependemos demasiado del camión, que es más caro.

Hoy sale más caro en Argentina transportar mercancías hasta el puerto, por dentro del país, en camión, que traerla en flete marítimo desde afuera, desde Europa, desde China. Es más barato el flete marítimo que el transporte interno de mercancías, y eso es porque no tenemos un sistema logístico, una infraestructura logística adecuada para nuestra producción nacional.

Y después tenemos el problema de la falta de perspectiva que ha tenido la industria nacional, la producción nacional en estos años, y que hace que se hayan preparado para sobrevivir, no para crecer y ganar mercados. Si, encima, le damos mejores condiciones cambiarias e impositivas a la producción importada, es un problema grave para la producción nacional.

-Partiendo desde este veranito financiero, y un modelo que incluye ancla cambiaria fiscal y salarios planchados. Algunos economistas comenzaron a preguntarse “¿y si sale bien?”, una hipótesis muy amplia. Pero dado el nivel de endeudamiento ¿puede el gobierno encarar los vencimientos de deuda de 2025 sin lograr primero una renegociación con el Fondo y los acreedores privados?

Candelaria Botto: Esta idea de «y si sale bien» va más allá del veranito financiero, va más allá de cumplir con los compromisos de deuda. En ese sentido, Argentina, si se quiere, se disputa entre una falta de stock de dólares —es decir, una falta de reservas, una falta de acumulación de dólares— que no sucedió durante este año. Las reservas en el Banco Central siguen siendo negativas, pero hay una proyección de flujo de dólares muy interesante, no solo por el agro, sino justamente por el sector de la energía, que va a empezar a tener una balanza comercial positiva. Bueno, ya la tuvo este año, pero eso se va a ir profundizando.

Entonces, en ese sentido, si efectivamente logran iniciar un nuevo ciclo de deuda en dólares, un nuevo programa con el FMI y demás, la pregunta es si el flujo de dólares puede compensar esa falta de stock. Yo no tengo la respuesta, pero no caería en un determinismo económico de que eso necesariamente va a salir mal o de que sí o sí se la van a dar contra la pared.

Pero, incluso si eso sale bien, el modelo es un modelo económico excluyente. Es un modelo que deja a la mayoría de la gente afuera. Es un modelo que se sustenta en tres sectores de la economía. Entonces, si vos te querés sustentar solo en tres sectores de la economía, bueno, no hay forma de dar empleo ni de pensar un desarrollo para los 47 millones de habitantes de nuestro país.

Así que el «si sale bien» es «si sale bien» para una minoría muy poderosa, y no para la cantidad de población que tiene nuestro país.

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