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Los acordes de “YMCA”, el gran hit de Village People y, además, una suerte de himno de la campaña electoral de Donald Trump (78), funcionaron como un llamado para que él llevara al centro de la pista a su mujer, Melania (54), y juntos bailaran sonrientes en una de las tres galas a las que asistieron en Washington en la noche del lunes 20, para celebrar el inicio del segundo mandato del magnate inmobiliario como presidente de los Estados Unidos.
La primera gala fue el Baile del Comandante, dedicada a los miembros de las Fuerzas Armadas. Allí, la pareja presidencial fue recibida al ritmo de “The Battle Hymn of the Republic” (la canción conocida por su estribillo, que repite “Glory, glory hallellujah”), tocada por la banda de música country Rascal Flatts y cantada por Parker McCollum.
El segundo evento fue El Baile de la Libertad, en agradecimiento a los votantes, donde el show estuvo a cargo del rapero Nelly, Jason Aldean, Village People y los Righteous Brothers, que cantaron su gran éxito “Unchained Melody”.
Y el último baile, Starlight Ball, fue animado por el músico Gavin DeGraw y dedicado a los grandes donantes de la campaña, entre los que estuvieron los dos hombres más ricos del mundo, Elon Musk (dueño de Tesla, SpaceX y la red social X) y Jeff Bezos (fundador y CEO de Amazon).
CITA CON EL GLAMOUR
Al igual que en la ceremonia de juramento en el Capitolio del lunes a la mañana, el flamante 47° Presidente de Estados Unidos estuvo en las galas de la noche acompañado por Melania y por sus hijos Donald Jr (47), Ivanka (43), Eric (41), Tiffany (31) y Barron (18). En cada uno de esos eventos, las mujeres de la familia deslumbraron con estilismos impecables.
Como se esperaba, las miradas estuvieron puestas, en especial, en la primera dama. En el Capitolio, Melania llevó un tapado entallado con doble abotonadura del diseñador neoyorquino Adam Lippes (quien hace un tiempo trabajó para Ralph Lauren y, luego, para Oscar de la Renta), falda, blusa blanca y stilettos de taco altísimo (de Manolo Blahnik), todo, en azul.
La pieza más comentada de su vestuario fue el sombrero canotier de lana de Eric Javits, también azul y con una cinta marfil, cuya ala ancha le hizo pasar un momento difícil a Melania cuando junto a su marido acompañaron al jefe de Estado saliente, Joe Biden, y su mujer, Jill, hasta el helicóptero presidencial, un Sikorsky, que los trasladó: “El viento soplaba como loco, y con el sombrero que llevaba, [Melania] casi sale volando. Casi la perdemos”, bromeó Trump.
Para la noche, la primera dama apostó al mismo couturier que había confeccionado su traje para la asunción presidencial de 2017: su estilista, el franco-estadounidense Hervé Pierre, quien creó para ella un strapless de falda recta con el detalle de una cinta negra que bajaba, en zigzag, desde el escote hasta el ruedo, y que Melania complementó con un broche vintage de Harry Winston (de diamantes, de 1955) a modo de gargantilla.
UN LOOK DE CINE
Ivanka, la hija de Trump (fruto de su matrimonio con Ivana Zelnícková, su primera mujer), también dio cátedra de estilo durante la ceremonia de jura con un traje verde bosque de Dior ceñido por un cinturón fino, y con un tocado en el mismo tono. Para las galas del lunes, la heredera del Presidente tomó una decisión arriesgada y lució una réplica de uno de los vestidos de la Maison Givenchy que Audrey Hepburn llevó en la película Sabrina, de 1954: un strapless blanco con cola, bordado con flores negras que ella acompañó con guantes de ópera negros y un collar de diamantes de Leviev. El riesgo, sin embargo, valió la pena porque tanto Ivanka como Melania brillaron bajo las luces de la pista de baile y, por esa noche, le disputaron el centro de la escena a Donald Trump a fuerza de elegancia.
LA NACION
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